lunes, 7 de abril de 2008

Bajando al fin el telón del teatro llamado trabajo de hace 5 años atrás...

El vaiven de las melodías veraniegas que se escuchan a lo lejos, que han cambiado mis motivos ocultos por escribir historias de amor por historias del desdén de los amores narcóticos... Ahora revelo otra parte de la historia que se me presenta, que también es parte mía, porque no sólo del desamor vivo yo; sino también de lo altruista que puede ser los que de algún modo creen tener las cadenas del trabajo y de la esclavitud...
Lo que puedo presenciar es un gesto de risa en mi cara, creyendo que sería olvidada en el que fue mi tormento por más de 5 años, en donde tuve que arrastrar mi humanidad y bailar al son de incontables y amargas penurias entre los que mandaban en mis quehaceres, que se revolcaban en mi trabajo para que fuera más pesada en cada paso que se caminaba. Pero veo que nunca se puede caer más bajo que los mismos cerdos que se esconden en el lodo. Pero si a esos cuantos viles no se los puede tratar de bestias; bestias son las que nacen como tales, estos fueron formados así, sin remordimientos, ni conciencia...
Cada vez me regocijo en tener la virtud de tomar mis propias decisiones. De tomar las olas y bordearlas con lo poco que he de conocer de ese trayecto que he decidido caminar, en donde poco o nada se del futuro que me depara esas grandes marejadas de conocimientos escondidos y de extraños por venir, pero a su vez sé que no desmayaré antes tales crueldades, pues aprendí de ustedes, todo lo que pude obtener debajo de su látigo agudizante y espeluznante llamada cobardía.

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