Hay tanto que decir pero tan poco que escribir que hace que todo se detenga en mi.. mis pensamientos dejan de fluir coherentemente y mi respiración se corta en esos momentos. Nunca se ha dado cuando elevo mis incongruentes pensares de cosas irrelevantes y sin sentido para la humanidad; algo sublime ilustran mis palabras y las deja perenne en esas mentes.. pero cuando trata de pensamientos que se contradicen al hablar del propio autor que las escribe, hace que me detenga, que diga las mil y un palabras que deberían ir en este panfleto pero que sólo dejan correr estas cuantas líneas, porque es todo lo que me atrevería a desnudar de lo que es realmente mi ser, mis temores y mis sueños.

Suelo no desdeñar historias que no deberían mostrarse; añoro la privacidad de los diarios, o de las hojas flotantes, que permitían al escritor endulzarse con mozas irreales y con cuentos efímeros de batallas de la época. Pero siento que, por lo menos hoy, debo de darme a la realidad de mis escritos y dejar a un lado esas hojas flotantes, que rebozarán de ilusiones personales, de emociones que pasan, de sentimientos que están presentes, pero que se esconden como niños traviesos a través de nuestro pensar.

Esto sirve como respuesta a la soledad, a los recuerdos y lo que preferiría no encontrar en mis pasos hacía el infortunio y desesperanza que me esperan. No lo tomo a mal; la vida se ha encargado de mostrarme esos pasos, que aunque sueltos, gastados por todas las ópticas de mirones en cada resbalón que he dado, ha hecho que me vea más como un objeto que avanza sin pensar, a un pensante que avanza sin objetar.

Las acciones que se han dado en los últimos días dentro de mis pasos, han hecho que tambalee en ese andar sin rumbo. Hicieron que mis sueños surgieran, de algún modo, abrazando algo que duerme muy en el fondo. Existe algo que permanece volando alrededor, que solía ser mi torturador, pero que en un espasmo de lucidez, se torno una bella mariposa que me dejó ver sus alas plateadas en tonos esperanza y que aparentó ser de delicada estructura.

Ay de mi que creyó en las bonanzas de la mariposa; ay de mi que creyó tener alas, soltando las cadenas que la vida ha tejido alrededor y tratar sólo de tocarla; la penumbra en mi pareció desvanecer un poco la ceguera que tenía ante tanta oscuridad... Pero sólo fue por un segundo, una simple y vana ilusión que barrió con lo que más podría desear en este mundo; se llevó la última parte de mi decencia, que mis ojos se cerraron solos; mi corazón, por primera vez en mucho tiempo, sangró nuevamente. Pude ver todas las heridas que contenía ese terco corazón, el cual se lo había ofrecido a la vida para que lo arranque de mi pecho y no le permita salir a respirar; que ahogado sea su peor forma de morir. Pero siempre, la vida tiene algo que mostrarme, algo que enseñarme, a base del dolor. No conforme con todo lo que mis pasos han tenido que arrastrar, tengo algo nuevo que deberé de afrontar.

He aprendido ya; no debo de creer en las maravillas que se muestran a lo lejos, o las luces que suelen alumbrar mi cara gastada por el viento y la arena que la golpean. He de llorar sangre por lo que aprendo y dejo de aprender, oh vida, no seas cruel, permite que siga esos pasos sin agonías, más bien, deja que soporte todo el calvario que hay en mis acciones, que lo contenga dentro de mi para que no se disparen como dardos a los caminantes que vienen a ofrecerme refugio, que terminan siendo fulminados o heridos, mientras te ríes de este infortunio que es mi vida.


Suelo no desdeñar historias que no deberían mostrarse; añoro la privacidad de los diarios, o de las hojas flotantes, que permitían al escritor endulzarse con mozas irreales y con cuentos efímeros de batallas de la época. Pero siento que, por lo menos hoy, debo de darme a la realidad de mis escritos y dejar a un lado esas hojas flotantes, que rebozarán de ilusiones personales, de emociones que pasan, de sentimientos que están presentes, pero que se esconden como niños traviesos a través de nuestro pensar.

Esto sirve como respuesta a la soledad, a los recuerdos y lo que preferiría no encontrar en mis pasos hacía el infortunio y desesperanza que me esperan. No lo tomo a mal; la vida se ha encargado de mostrarme esos pasos, que aunque sueltos, gastados por todas las ópticas de mirones en cada resbalón que he dado, ha hecho que me vea más como un objeto que avanza sin pensar, a un pensante que avanza sin objetar.

Las acciones que se han dado en los últimos días dentro de mis pasos, han hecho que tambalee en ese andar sin rumbo. Hicieron que mis sueños surgieran, de algún modo, abrazando algo que duerme muy en el fondo. Existe algo que permanece volando alrededor, que solía ser mi torturador, pero que en un espasmo de lucidez, se torno una bella mariposa que me dejó ver sus alas plateadas en tonos esperanza y que aparentó ser de delicada estructura.

Ay de mi que creyó en las bonanzas de la mariposa; ay de mi que creyó tener alas, soltando las cadenas que la vida ha tejido alrededor y tratar sólo de tocarla; la penumbra en mi pareció desvanecer un poco la ceguera que tenía ante tanta oscuridad... Pero sólo fue por un segundo, una simple y vana ilusión que barrió con lo que más podría desear en este mundo; se llevó la última parte de mi decencia, que mis ojos se cerraron solos; mi corazón, por primera vez en mucho tiempo, sangró nuevamente. Pude ver todas las heridas que contenía ese terco corazón, el cual se lo había ofrecido a la vida para que lo arranque de mi pecho y no le permita salir a respirar; que ahogado sea su peor forma de morir. Pero siempre, la vida tiene algo que mostrarme, algo que enseñarme, a base del dolor. No conforme con todo lo que mis pasos han tenido que arrastrar, tengo algo nuevo que deberé de afrontar.

He aprendido ya; no debo de creer en las maravillas que se muestran a lo lejos, o las luces que suelen alumbrar mi cara gastada por el viento y la arena que la golpean. He de llorar sangre por lo que aprendo y dejo de aprender, oh vida, no seas cruel, permite que siga esos pasos sin agonías, más bien, deja que soporte todo el calvario que hay en mis acciones, que lo contenga dentro de mi para que no se disparen como dardos a los caminantes que vienen a ofrecerme refugio, que terminan siendo fulminados o heridos, mientras te ríes de este infortunio que es mi vida.

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